martes, 7 de enero de 2014

LAS PERSONAS NO SE HACEN A SÍ MISMAS: EMOCIONANTE ALEGATO POR LA EDUCACIÓN PÚBLICA

Sería una completa necedad no recoger en este humilde blog un alegato por la Educación Pública como el que hoy compartimos. En este colectivo siempre buscamos la manera de que la gente se emocione con la escuela pública y no demasiadas veces lo conseguimos. Nos esforzamos y ponemos mil ideas encima de la mesa para despertar la chispa entre los vecinos, pero es muy complicado ya que a menudo son gigantes y no molinos aquellos contra los que luchamos. 

Sin embargo a veces encontramos pequeñas joyas en el camino (discursos, acciones, gestos...) que reúnen todas esas características que nosotros no hemos acertado a mezclar: belleza, verdad, bondad, valentía, alegría... Precisamente este es el caso de este texto que fue leído el mes pasado en la Gala XXV Aniversario del IES Salvador Allende de Fuenlabrada. 

Por supuesto damos las gracias desde aquí a la autora Miriam Meda y esperamos que su prosa  les emocione a ustedes tanto como a nosotros. Por último no olviden un detalle importante: el instituto se llama SALVADOR ALLENDE. Merece reflexión aparte. 



GALA XXV ANIVERSARIO I.E.S. SALVADOR ALLENDE
Miriam Meda (alumna 1999-2004)

Se supone que el papel que tengo que cumplir hoy aquí es que me han encomendado que explique qué supone o ha supuesto para mí la educación pública en general y, por supuesto y como no podía ser de otra manera, el instituto Salvador Allende en particular. Para cumplir mi misión debo contarles dos historias, eso sí, basadas en hechos reales.
Había una vez una niña cuyos abuelos habían venido desde Madrid a Fuenlabrada en busca de nuevas oportunidades y con la expectativa de montar un negocio propio: un bar. Por aquella época todo esto no existía y estaba lleno de ovejas, de vacas y de pastos. Los padres de esos abuelos habían sido sirvientes de marqueses, ahí en la calle Sacramento de Madrid, o de terratenientes, en Guadalajara. Siempre sirviendo. Así que la idea de construir otro futuro y romper con el servilismo era halagüeña.
Pero a veces las cosas no salen como uno las planea, y a los abuelos les costó mucho trabajo sacar a sus ocho hijos adelante. El negocio demandaba mucha atención, hacía falta pan y a los hijos... bueno, a los hijos a veces no se les puede atender como uno desearía, o no se sabe. ¡Y menos a un número nada despreciable como 8! Una de esas hijas tuvo un embarazo adolescente cuyo fruto era la niña de la que hablamos. Y esas cosas, en aquella época, eran complicadas. Ahora también, ojo, que parece que este país no ha avanzado casi nada en 30 años, pero bueno, casi podríamos decir que en aquella época todavía era peor.
La familia vivía en una de las calles que daba a El Huerto del Cura. El Huerto del Cura era (ya no lo es) uno de los mercados de la droga de Fuenlabrada. Además, la economía familiar de esta niña, boyante, boyante, lo que se dice boyante, no era. La niña le decía a su madre: “Mamá, estoy harta de tanto yogur de sabores: que si fresa, que si macedonia, que si plátano... ¡estoy harta! ¿Por qué no me compras natillas de chocolate, cremosos griegos y yogures de straciatella?” Y la madre, muy a su pesar, respondía: “Hija, es que esos son más caros. Tú dices ¡sólo una vez, mama! Pero es que por una vez, te van a gustar y luego cuando no te pueda comprar más, pues va a ser peor, porque es muy fácil acostumbrarse a lo bueno, pero no a lo malo”. Y también, en Reyes, su madre le decía: “Hija... tú mira los anuncios de juguetes y los catálogos que quieras. Pero todo aquello que ponga más de 3.000 pesetas mejor que no lo escribas en la carta de los reyes, ¿vale? Que oye, hay muchos niños en el mundo y, claro, todos tienen que recibir su parte”. Algunos familiares de la niña no pudieron aguantar las exigencias de la vida, y acabaron inmersos en mundos de alcohol, y también de drogas. Incluso llevando a la muerte.
Por tanto, esta niña aparecía en los estudios sociológicos del CIS, del INE... con un destino al parecer inevitable de trabajos no cualificados, embarazos adolescentes, tonteo con las drogas, botellón excesivo, entre otros problemas.
Y ahora vamos a olvidar un momento a la niña y vamos a centrarnos en una mujer. Ella ha terminado con mucho éxito una licenciatura en Periodismo, un Máster en Comunicación Social y está a punto de terminar un doctorado. Todo ello en tres universidades diferentes. Ha estado en Argentina, Bolivia, Cuba, Malta, Chipre, Estonia, Inglaterra, Francia, Marruecos, Turquía, República Checa e Irlanda. Ha trabajado como periodista en radio local, en prensa local y en la cuarta agencia de noticias más importante del mundo: la Agencia EFE. También ha trabajado como investigadora para la Universidad de Alcalá, la URJC y el CSIC. Y en otras empresas, como una consultora de Telecomunicaciones. Ella da conferencias tanto en España como en Europa, en cuestiones relacionadas con el derecho humano a la comunicación y expresión, la información, el periodismo y la investigación. Es consultada como experta en esta materia por dos organizaciones europeas. Y le está gustando tanto la parte legal de estas cuestiones que se plantea ampliar sus conocimientos estudiando por la UNED una segunda carrera, la de Derecho, para poder mejorar aún más su experiencia y conocimiento y ponerlo al trabajo de la libertad de expresión y comunicación. En el instituto le habían machacado eso de que lo intelectual debe ir acompañado de lo físico y la salud, y también de lo musical, así que estudió guitarra y se puso las botas de fútbol-sala semiprofesional. Aunque luego colgó dichas botas y actualmente entrena duramente el arte de guerra del tiro con arco japonés, kyudo, y kung-fu shaolín en una escuela que depende de la Embajada de China en Madrid.  Ah, y también se casó.
Llegado a este punto, he de confesarles que la niña de la que hablábamos y la mujer son la misma persona. Soy yo. Pero las estadísticas fallaron estrepitosamente. Y las razones son tres: 1. La educación pública. 2. Las políticas públicas en general, y las de Infancia, Juventud y Deporte del Ayuntamiento de Fuenlabrada en particular. 3. La familia. Pero es que la familia muchas veces no puede, aunque quiera, aunque tenga mucho amor que dar. No puede y necesita ayuda, yendo a los dos primeros puntos: educación pública y políticas públicas.
Así que, como comprenderán, cuando me preguntan que qué ha supuesto para mí la educación pública y el Salvador Allende sólo puedo responder: Todo. Lo ha supuesto todo para mí. En este punto, si estuviéramos en EEUU, o incluso aquí, alguien podría pensar “Es una persona hecha a sí misma”. Pues no. Eso es la tontería más grande y más falaz en la que uno pueda pensar. Las personas no se hacen a sí mismas. Las personas hacen personas. Los padres y madres hacen personas, los profesores y profesoras hacen personas, las filósofas hacen personas, los ingenieros hacen personas, los artistas de teatro hacen personas, las cirujanas hacen personas. Si yo soy como soy es gracias a centenares de personas que han pasado por mi vida dejando su huella. Así que llegado a este punto, y para finalizar, sólo me gustaría decirle a los que están aquí:
1. A las autoridades, que mantengan las políticas públicas e inviertan en ellas más de lo que puedan invertir. Que no se congratulen si este año han invertido, no sé, diez millones de euros en un plan de Juventud o Educación, sino que el año que viene inviertan 15 millones. Y si no hay o se lo inventan o que hagan un crowdfounding en internet o vendan camisetas en los mercadillos o que contraten a alguien que sí sepa. Pero que lo hagan porque es sutrabajo. Hay un proverbio samurai que dice “El único límite es el cielo abierto. Cuando dices que algo es imposible, lo has hecho imposible”.
2. A los profesores, que sepan que siempre, siempre, siempre siembran aunque duden de si llega su mensaje o aunque en la mayoría de las ocasiones no vean la cosecha de su siembra. En un mundo donde ya no quedan referentes, donde en momento de duda y pánico existencial no sabemos en quién mirarnos, ustedes pueden convertirse en esos referentes de la juventud enseñándoles, pero también escuchándoles, apoyándoles, aconsejándoles ydesde luego no diciéndoles cuestiones negativas sobre su valía, su futuro o sus posibilidades de felicidad y éxito. Sean un espejo en el que los jóvenes les gustaría mirarse. Y les diría también que, cuando flaqueen, se paren un momento con un té o un café, con su disco favorito, solos o en agradable compañía y recuerden por qué se hicieron profesores, porque seguramente sea porque deseaban cambiar el mundo.
3. A los padres y madres, que a día de hoy no existe ninguna carrera útil ni ninguna profesión con más salidas laborales que otras ni con más salario que otras. Que sólo existe el esfuerzo, la constancia, la dedicación y la pasión que le pongan sus hijos a su profesión, sea cual sea. No el amor por lo que uno hace, el amor no es suficiente: la pasión. Para que cuando sus hijos cumplan 40 años y vivan felices e independientes siendo escultores, ingenieros, pintores de Bellas Artes, músicos, abogados, arquitectos, biólogos, filósofos, escritores, baloncestistas o trabajadores sociales, recuerden a sus padres como las personas que más les han apoyado y que han estado ahí en los momentos buenos y en los malos, en lugar de recordarles como el muro de las lamentaciones cuya visión supuestamente pragmática tuvieron que saltar para poder dedicarse a aquello que les dictaba su mente y su corazón. Que no les recuerden como un impedimento más a la consecución de sus pasiones, porque ése es un recuerdo muy triste para ambas partes.
4. Y a los estudiantes... que tengan confianza en ellos y ellas mismas. Que jamás hagan aquello que no sienten, pero que les recomiendan, porque entonces estarán viviendo la vida de otros, no la suya propia. Que se rodeen de buenas personas y desechen las que les hacen daño. Que sean tanto constantes como pacientes, puesto que los frutos tardan en poder degustarse, pero al final, se acaban disfrutando. Que los “para siempre” y los “nunca jamás” están absolutamente sobrevalorados. Que prueben y que se equivoquen, y que vuelvan a probar y se vuelvan a equivocar. Que sepan que el tiempo nunca se pierde hagan lo que hagan, puesto que algo aprenden que les vale para el futuro, aunque en el presente les parezca que no sirve. Y que pueden conseguir absolutamente todo lo que se propongan.
Y el último mensaje, para todos y todas: Que lo más bonito que se le puede decir a una persona no es “Te quiero”, sino “Creo en ti”. Y yo creo en todos ustedes igual que una vez ustedes creyeron en mí.


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